Sistema de monitorización completo del suelo agrícola mostrando muestras, análisis foliar y sensores en tiempo real
Publicado el julio 16, 2025

En resumen:

  • Un análisis de suelo aislado es insuficiente; se necesita un sistema de monitorización continua para una gestión proactiva.
  • La combinación de análisis de suelo (la despensa), análisis foliar (lo que come la planta) y calicatas (la estructura física) ofrece un diagnóstico completo.
  • Los sensores en tiempo real actúan como «chivatos» que permiten optimizar el riego y la fertilización con una precisión sin precedentes.
  • Crear un «historial clínico» de cada parcela es fundamental para entender su evolución y anticipar problemas de fertilidad a largo plazo.

Para un agricultor profesional, el suelo no es solo tierra, es el activo más valioso, el motor de la productividad. Sin embargo, la práctica habitual de realizar un análisis químico cada varios años es como hacerse un chequeo médico una vez por década: revela problemas evidentes, pero llega tarde para prevenir las crisis. Se confía en una única «foto» cuando lo que se necesita es una película completa de la salud del suelo. Este enfoque reactivo a menudo lleva a corregir deficiencias cuando el daño al rendimiento ya está hecho, malgastando insumos y perdiendo potencial de cosecha.

La mayoría de las guías se centran en cómo interpretar un análisis de suelo, pero rara vez abordan la raíz del problema: un único análisis no cuenta toda la historia. Ignora la dinámica real de absorción de la planta, las barreras físicas invisibles bajo la superficie y los cambios sutiles que ocurren durante el ciclo de cultivo. Pero, ¿y si la clave no fuera simplemente analizar, sino monitorizar? ¿Y si pudiéramos tratar cada parcela como un paciente, con un seguimiento continuo que nos permita diagnosticar problemas antes de que se conviertan en enfermedades crónicas?

Este artículo no es una guía más sobre análisis de suelo. Es un manual de operaciones para implementar un sistema de vigilancia integral. Vamos a adoptar la mentalidad de un investigador forense para reunir pruebas de distintas fuentes —el propio suelo, las hojas de las plantas y los sensores— y construir un caso sólido sobre la salud real de cada parcela. Descubrirás cómo transformar datos aislados en un «historial clínico» que te permita tomar decisiones de fertilización y manejo con una precisión quirúrgica, anticipándote a los problemas en lugar de perseguirlos.

Para los que prefieren un formato visual, el siguiente vídeo ofrece una excelente introducción a las técnicas correctas de muestreo de suelo, el primer paso indispensable en cualquier investigación de campo.

A continuación, desglosaremos este sistema de monitorización avanzada paso a paso. Exploraremos las técnicas de recolección de pruebas, cómo interpretar las pistas que nos dan las plantas y los sensores, y cómo unificar toda esta información en un plan de acción a prueba de balas.

El arte de tomar una buena muestra de suelo: la guía para no tirar el dinero del análisis a la basura

El punto de partida de toda investigación forense es la calidad de la evidencia. En agricultura, la evidencia inicial es la muestra de suelo. Un error en este primer paso invalida todo el proceso y convierte el coste del laboratorio en un gasto inútil. Como afirma la Universidad de Agricultura ISAGRI, «La precisión de los resultados del análisis del suelo depende fundamentalmente de la precisión del muestreo del suelo, ya que los laboratorios solo pueden analizar adecuadamente lo que les proporcionamos». No se trata simplemente de coger un puñado de tierra; es un procedimiento metódico diseñado para obtener una representación fiel de la realidad de la parcela.

La representatividad es un concepto estadístico. Una muestra compuesta debe ser una mezcla de múltiples submuestras para promediar la variabilidad natural del terreno. De hecho, los estudios demuestran que, como mínimo, una cuadrícula de una hectárea requiere 5 submuestras, mientras que una de cinco hectáreas necesita hasta 10 para ser fiable. Factores como la profundidad del muestreo, la limpieza de las herramientas y el momento elegido son variables críticas que pueden contaminar la «escena del crimen» y llevar a un diagnóstico erróneo. Por ejemplo, tomar muestras en un suelo recién fertilizado o excesivamente húmedo es como analizar una prueba sin tener en cuenta el contexto: los resultados estarán sesgados y no reflejarán las condiciones en las que las raíces realmente operan.

Para evitar estos errores capitales, es imprescindible seguir un protocolo estricto. La metodología no es negociable si se buscan resultados de calidad. A continuación se detalla un procedimiento paso a paso para garantizar que la muestra enviada al laboratorio sea una prueba irrefutable y no una simple anécdota.

  1. Limpieza de herramientas: Asegúrese de que palas, barrenas y cubos estén libres de óxido o residuos de fertilizantes que puedan contaminar la muestra.
  2. Momento adecuado: Evite muestrear justo después de una lluvia intensa o una aplicación reciente de fertilizantes para no distorsionar los niveles de nutrientes.
  3. Distribución de submuestras: Recolecte entre 15 y 20 submuestras por parcela, distribuidas en un patrón de zigzag o cuadrícula para cubrir toda la variabilidad.
  4. Profundidad correcta: Adapte la profundidad al cultivo: 30 cm para cultivos anuales, 5-15 cm para praderas y pastos, y hasta 40-60 cm para frutales y leñosos.
  5. Homogeneización: Mezcle todas las submuestras a conciencia sobre una lona o plástico limpio, después de retirar piedras, raíces y restos orgánicos grandes.
  6. Método de cuarteo: Divida la mezcla en cuatro partes iguales, descarte dos cuartos opuestos y repita el proceso hasta obtener aproximadamente 1 kg de muestra final.
  7. Identificación clara: Guarde la muestra en una bolsa de plástico limpia (nunca de papel) y etiquétela claramente con el nombre de la finca, la parcela, la fecha y el cultivo previsto.

Escuchando a la planta: qué te dice un análisis de hojas que el suelo no te puede contar

Una vez analizada la «despensa» (el suelo), el siguiente paso en nuestra investigación es comprobar qué está llegando realmente al «plato» del comensal (la planta). Aquí es donde entra en juego el análisis foliar, una herramienta de diagnóstico que funciona como un interrogatorio directo al principal testigo: el cultivo. Mientras que el análisis de suelo nos dice qué nutrientes están potencialmente disponibles, el análisis foliar revela cuáles ha sido capaz de absorber y asimilar la planta. Esta distinción es crucial, ya que un suelo puede ser rico en un nutriente que, por diversas razones, está bloqueado y no llega a la planta.

Este fenómeno, conocido como «hambre oculta», es una de las principales razones por las que el análisis foliar es indispensable. Se trata de deficiencias nutricionales que aún no manifiestan síntomas visuales (clorosis, necrosis), pero que ya están limitando el potencial productivo del cultivo. El análisis foliar puede detectar estas carencias en fases iniciales, permitiendo una corrección a tiempo mediante fertilización foliar antes de que el rendimiento se vea comprometido de forma irreversible. Es la herramienta de alerta temprana por excelencia en la gestión nutricional.

Como explican desde el Instituto de Agronomía Aplicada, el análisis de hojas permite «ajustar con precisión las dosis de aplicación de fertilizantes y crear un plan de nutrición personalizado». Es decir, pasamos de una fertilización basada en el potencial del suelo a una nutrición de precisión basada en la demanda real y la capacidad de absorción del cultivo en un momento fenológico concreto.

Comparación visual entre análisis de suelo y análisis foliar mostrando nutrientes bloqueados y deficiencias ocultas

Como se puede observar en la ilustración, aunque el suelo (izquierda) presente abundancia de nutrientes, problemas como un pH inadecuado, antagonismos entre iones (un exceso de potasio que bloquea la absorción de magnesio) o una mala estructura del suelo pueden impedir que estos lleguen a las células de la hoja (derecha). El análisis foliar es el único que puede exponer esta desconexión, convirtiéndose en una prueba fundamental en nuestro diagnóstico.

Los chivatos de tu suelo: cómo los sensores en tiempo real pueden cambiar tu forma de regar y fertilizar

Si el análisis de suelo y foliar son las fotos fijas de nuestra investigación, los sensores en tiempo real son la grabación de vídeo continua. Estos «chivatos» o «informantes» electrónicos se instalan directamente en el campo y nos transmiten un flujo constante de datos sobre las condiciones exactas que experimentan las raíces. Su principal ventaja es que transforman la gestión del riego y la fertilización de un proceso basado en calendarios y estimaciones a uno basado en datos y demanda real. Miden variables clave como la humedad, la temperatura y la conductividad eléctrica (CE), que es un indicador de la salinidad y la concentración de fertilizantes en la solución del suelo.

El impacto más inmediato se ve en la eficiencia del agua. Los sensores de humedad del suelo que usan tecnología de capacitancia miden con gran precisión el contenido volumétrico de agua, permitiendo aplicar el riego justo cuando es necesario y en la cantidad exacta que el cultivo demanda. Esto no solo ahorra agua, un recurso cada vez más escaso y caro, sino que también evita problemas de asfixia radicular por encharcamiento y el lavado de nutrientes valiosos (lixiviación) fuera de la zona de raíces.

La elección del sensor adecuado depende del objetivo. No todos los «chivatos» sirven para lo mismo. Es fundamental conocer las herramientas disponibles para seleccionar la más apropiada para nuestra investigación. El siguiente cuadro compara los tipos de sensores más comunes en agricultura.

Esta tabla comparativa, basada en la información técnica de fabricantes de equipos de precisión, detalla las aplicaciones de cada tecnología.

Comparación de tipos de sensores de suelo para monitoreo agrícola
Tipo de Sensor Parámetros Medidos Profundidad Recomendada Aplicación Ideal Ventajas
Sensor Capacitivo Combinado (Humedad + Temperatura + CE) Contenido volumétrico agua (VWC), Temperatura, Conductividad Eléctrica 15-30 cm (cultivos hortícolas)
30-60 cm (frutales)
Agricultura de precisión, fertirrigación, monitoreo de salinidad Medición simultánea de 3 variables, compensación automática de temperatura, resistencia a corrosión (IP68)
Sensor de Matriz Granular (Watermark) Potencial hídrico del suelo (tensión) 20-40 cm según raíces Determinación de punto de riego óptimo Indicador directo de disponibilidad de agua para plantas, bajo costo
Sensor de Infiltración (Método directo con agua) Tasa de infiltración, permeabilidad del suelo 0-30 cm (zona superficial) Diagnóstico de compactación, evaluación de drenaje Método simple de campo, no requiere equipamiento electrónico
Multisensor Integrado RS485 Humedad, Temperatura, CE, pH integrado Múltiples profundidades simultáneamente Sistemas de agricultura de precisión con automatización Protocolo universal MODBUS, integración con controladores de riego, datos en tiempo real

Sin embargo, un sensor mal calibrado ofrece datos falsos, lo que puede llevar a decisiones peores que si no se tuviera información. Como advierten los expertos en sensorización, es crucial calibrar el sensor específicamente para el tipo de suelo donde se va a utilizar. Un sensor calibrado en un suelo arcilloso dará lecturas incorrectas si se instala en uno arenoso, comprometiendo toda la estrategia de monitorización.

La sobredosis de materia orgánica: el sorprendente descubrimiento de que «demasiado bueno» puede ser malo

En la agricultura moderna, la materia orgánica es casi un dogma: «añada más». Se la considera la panacea para la estructura del suelo, la retención de agua y la nutrición. Si bien esto es mayormente cierto, la mentalidad de «si algo es bueno, más es mejor» puede llevar a consecuencias inesperadas y perjudiciales. Al igual que una sobredosis de un medicamento puede ser tóxica, una aplicación excesiva o incorrecta de enmiendas orgánicas puede dañar seriamente la salud del suelo y de los cultivos.

El principal culpable suele ser el uso de materia orgánica inmadura o «fresca», como estiércoles no compostados o restos de cosecha con una alta relación carbono/nitrógeno (C/N). Cuando este material se incorpora al suelo, los microorganismos encargados de descomponerlo necesitan grandes cantidades de nitrógeno. Lo extraen directamente del suelo, compitiendo con el cultivo y provocando un fenómeno conocido como «hambre de nitrógeno» o inmovilización biológica. Durante semanas, la planta sufre una deficiencia aguda de nitrógeno, aunque el suelo pareciera estar bien «abonado».

Pero el peligro no termina ahí. Como señala una investigación sobre la evaluación de fitotoxicidad, el proceso de descomposición de materia orgánica inmadura genera compuestos que son directamente venenosos para las plantas. Según el Instituto de Investigación en Compostaje, «los residuos orgánicos inmaduros pueden acumular ácidos orgánicos de bajo peso molecular (acético, propiónico, butírico) […] que resultan fitotóxicos para las raíces». Estos compuestos pueden suprimir la germinación de las semillas y quemar las raíces jóvenes, limitando drásticamente el establecimiento y el rendimiento del cultivo. Por tanto, es crucial monitorizar no solo la cantidad, sino también la calidad y la madurez del compost aplicado.

El historial clínico de tus parcelas: la plantilla para monitorizar la evolución de la salud de tu suelo

Un diagnóstico aislado tiene un valor limitado. El verdadero poder reside en el seguimiento a lo largo del tiempo. Al igual que un médico necesita el historial de un paciente para entender la evolución de una enfermedad, un agricultor meticuloso necesita crear un «historial clínico» de cada parcela. Este documento no es más que un registro sistemático y ordenado de todos los análisis, observaciones y manejos realizados. Su objetivo es pasar de tener datos sueltos a construir conocimiento, identificando tendencias, patrones y la respuesta del suelo a nuestras prácticas agrícolas.

Este historial es la piedra angular de la gestión proactiva. Permite correlacionar un descenso en los niveles de materia orgánica con una mayor compactación observada en una calicata, o vincular una caída en el pH con una menor disponibilidad de fósforo en los análisis foliares. Sin este registro, cada nuevo análisis se interpreta en el vacío. Con él, cada dato nuevo se añade a un contexto, enriqueciendo nuestra comprensión y afinando nuestras futuras decisiones.

La falta de este seguimiento tiene consecuencias económicas graves. La degradación del suelo es un proceso lento y silencioso que a menudo pasa desapercibido hasta que el impacto en la producción es severo. Según la FAO, la gestión inadecuada del suelo es un problema global. Los datos demuestran que la gestión proactiva del suelo es fundamental para la sostenibilidad económica, ya que el 75% de los suelos en América Latina y el Caribe presentan problemas de degradación, con pérdidas millonarias. Un historial clínico bien llevado es la mejor póliza de seguro contra esta degradación progresiva.

La clave es la consistencia. Se deben registrar no solo los análisis químicos, sino también indicadores físicos (evaluados anualmente con calicatas), biológicos, mapas de rendimiento, eventos climáticos y un registro detallado de todas las aplicaciones de insumos. Solo así se puede construir un caso completo sobre la salud de nuestro activo más preciado.

La despensa y el plato: la metáfora definitiva para entender la diferencia entre análisis de suelo y foliar

Para integrar correctamente la información del suelo y de la planta, es útil recurrir a una metáfora simple pero poderosa: la de la despensa y el plato. Esta analogía es la clave para que cualquier agricultor entienda por qué necesita ambos tipos de análisis y cómo se complementan mutuamente en un diagnóstico nutricional completo.

El análisis de suelo revela lo que la ‘despensa’ contiene disponible para la planta, pero el análisis foliar nos muestra lo que la planta realmente está ‘comiendo’. Una deficiencia foliar en presencia de nutrientes adecuados en el suelo indica un problema de acceso (pH, compactación, falta de agua, antagonismos) que requiere investigación adicional.

– Especialista en Diagnóstico Nutricional de Plantas, Interpretación integrada de análisis de suelo y foliar

El análisis de suelo es el inventario de la despensa. Nos dice qué alimentos (nutrientes) hay en las estanterías y en qué cantidad. Es una herramienta fundamental para la planificación a largo plazo, permitiendo corregir deficiencias graves o desequilibrios de base antes de la siembra. Sin este inventario, corremos el riesgo de empezar la temporada con la despensa vacía de algún elemento esencial.

El análisis foliar, por otro lado, es el análisis del plato servido. Nos informa sobre qué alimentos ha logrado coger la planta de la despensa y poner en su plato para consumirlos. Puede que la despensa esté llena de un nutriente, pero si la «llave de la despensa» (el pH del suelo) es incorrecta, o si el «camino a la cocina» (las raíces) está bloqueado por compactación, la planta no podrá acceder a él. Esta es la información táctica que necesitamos durante el ciclo de cultivo para hacer ajustes finos.

La siguiente tabla resume las diferencias clave y cómo su interpretación conjunta conduce a un diagnóstico superior.

Diferencias fundamentales entre análisis de suelo y análisis foliar
Aspecto Análisis de Suelo Análisis Foliar Interpretación Integrada
¿Qué mide? Concentración de nutrientes disponibles en el suelo Concentración de nutrientes en tejido vegetal (hojas) Combina capacidad del suelo con capacidad real de absorción de la planta
Información que proporciona Potencial del suelo para suministrar nutrientes Estado nutricional actual de la planta Identifica desconexión entre disponibilidad y absorción
Detecta ‘hambre oculta’ No (los nutrientes están presentes) Sí (deficiencia sin síntomas visuales visibles) Permite intervención antes de síntomas severos
Indica antagonismos Muestra relaciones Ca/K, K/Mg (potencial de bloqueo) Confirma bloqueos activos observando bajos valores de un nutriente con altos de otro Diagnóstico definitivo de problemas de absorción
Momento de aplicación Antes de siembra, cada 3-5 años para seguimiento En estadios fenológicos clave durante el ciclo Análisis de suelo base + foliar para ajustes en tiempo real
Costo-beneficio Bajo costo, cobertura general del terreno Costo medio, información específica del cultivo en ese momento Inversión equilibrada para máxima rentabilidad en cultivos de alto valor

Excava tu propio tesoro: la guía paso a paso para hacer una calicata y leer los secretos de tu suelo

Ningún análisis de laboratorio puede sustituir la observación directa. La calicata, un simple pozo de observación, es la herramienta de diagnóstico físico más potente y económica a disposición de un agricultor. Es, en el lenguaje de nuestra investigación, la «autopsia» del suelo: nos permite ver con nuestros propios ojos la estructura, la compactación, la profundidad de las raíces y la actividad biológica. Es aquí donde descubrimos las barreras físicas que a menudo explican por qué los nutrientes presentes en el suelo no llegan a la planta.

Como indica el Centro de Investigación Agrícola Sostenible, la calicata ofrece información que es imposible obtener en un laboratorio, como el «grado de compactación, profundidad efectiva del suelo, presencia de capas impermeables y estructura del perfil». Una de las revelaciones más comunes es el llamado «piso de arado», una capa endurecida y compactada a la profundidad de trabajo del arado, que las raíces no pueden atravesar. Esto limita drásticamente el volumen de suelo que la planta puede explorar en busca de agua y nutrientes. La presencia de esta capa, según los especialistas, reduce la capacidad de enraizamiento y limita el potencial productivo incluso en suelos fértiles.

Realizar una calicata es un procedimiento sencillo pero revelador que debería formar parte de la rutina anual de monitoreo en cualquier explotación. Permite validar las sospechas generadas por otros análisis y proporciona una comprensión tridimensional de nuestro suelo. A continuación, se detalla un protocolo para realizarla e interpretarla correctamente.

Plan de acción: Su guía para la autopsia del suelo

  1. Seleccionar ubicación: Elija puntos representativos de la parcela, incluyendo zonas de buen y mal desarrollo del cultivo para comparar.
  2. Excavar el pozo: Cave un hoyo de aproximadamente 1×1 metro de ancho y al menos 60-100 cm de profundidad, o hasta donde lleguen la mayoría de las raíces.
  3. Identificar horizontes: Observe las diferentes capas (horizontes) del suelo. Anote cambios de color, textura y estructura. Una pared debe estar lisa y la otra raspada para ver la estructura.
  4. Evaluar compactación y raíces: Utilice una navaja para probar la resistencia de cada capa. Observe si las raíces crecen verticalmente o se desvían de forma horizontal, un claro signo de compactación.
  5. Documentar y muestrear: Tome fotografías de los perfiles y recoja muestras de cada horizonte identificado para un análisis de laboratorio más detallado si es necesario.

Puntos clave a recordar

  • El objetivo final no es solo fertilizar, sino construir y mantener la salud del suelo a largo plazo.
  • Un diagnóstico integrado (suelo, planta, sensores, calicata) es siempre superior a un análisis aislado para tomar decisiones rentables.
  • La monitorización continua permite pasar de una agricultura reactiva (corregir problemas) a una proactiva (anticiparlos).

El tándem perfecto: cómo combinar el análisis de suelo y foliar para crear un plan de abonado a prueba de balas

Hemos reunido todas las pruebas: el inventario de la despensa (análisis de suelo), el análisis del plato (análisis foliar), la vigilancia continua (sensores) y la autopsia física (calicata). El paso final de nuestra investigación es integrar toda esta información para construir el «caso» final: un plan de abonado dinámico, preciso y a prueba de balas. Este enfoque integrado es la única forma de maximizar la eficiencia de los fertilizantes, un objetivo crucial en un contexto de altos costes de insumos y creciente presión medioambiental.

La estrategia se divide en dos fases lógicas. La Fase 1 es la Fertilización de Fondo, que se planifica antes de la siembra. Aquí, el protagonista es el análisis de suelo. Sus resultados nos guían para realizar las enmiendas estructurales: corregir el pH con cal, aumentar la materia orgánica con compost maduro, o aportar las dosis de base de fósforo y potasio que sabemos que estarán en déficit. Es la preparación de la despensa para toda la temporada.

La Fase 2 es el Ajuste Fino o de Cobertera, que ocurre durante el ciclo del cultivo. Aquí, el análisis foliar toma el relevo. Realizado en momentos fenológicos clave (floración, cuajado, llenado de fruto), nos indica si la planta está comiendo lo que necesita en ese momento de máxima demanda. Si se detecta una deficiencia, se pueden realizar aplicaciones foliares de corrección rápida o ajustar la fertirrigación. Según la FAO, proporcionar datos precisos del suelo y del cultivo permite a los agricultores utilizar los fertilizantes de manera más eficiente, pudiendo mejorar la eficacia de los nutrientes hasta en un 30%.

Esta combinación es el tándem perfecto. El suelo aporta la base estratégica a largo plazo, mientras que la planta ofrece la información táctica en tiempo real. Juntos, permiten una nutrición de precisión que alimenta al cultivo de manera óptima, maximiza el rendimiento y minimiza el desperdicio de fertilizantes, protegiendo tanto la rentabilidad de la explotación como la salud del medio ambiente.

Para aplicar este sistema de monitorización integral, el siguiente paso lógico es diseñar su propia plantilla de «historial clínico» y programar el primer ciclo completo de análisis para sus parcelas clave.

Preguntas frecuentes sobre El chequeo médico completo de tu suelo: el sistema de monitorización para anticiparte a los problemas de fertilidad

¿Qué sucede cuando aplico compost fresco o inmaduro al suelo?

El compost inmaduro contiene formas de nitrógeno principalmente como amonio que se transforma en amoniaco tóxico con calor y humedad. También contiene ácidos orgánicos inestables que resultan tóxicos para semillas y plantas, bloqueando la germinación y el crecimiento.

¿Cuál es el ‘bloqueo biológico del nitrógeno’ o ‘hambre de nitrógeno’?

Ocurre cuando se aplica materia orgánica fresca con relación C/N muy alta. Los microorganismos del suelo consumen rápidamente todo el nitrógeno disponible para degradar el carbono, dejando deficiencia nutricional temporal en el cultivo durante 30-60 días.

¿Cuál es la relación C/N correcta para aplicar compost?

El compost debe tener una relación C/N entre 8-12 antes de aplicar al suelo. Si es superior a 25:1, causará inmovilización de nitrógeno. Para composting de materiales, la relación inicial debe estar entre 25-30:1 para optimizar la descomposición.

¿Cómo sé si un problema es de ‘despensa vacía’ o ‘llave rota’?

Si el análisis de suelo muestra nutrientes adecuados pero el análisis foliar muestra deficiencia, es un problema de ‘llave rota’ (pH extremo, compactación, antagonismo). Si ambos muestran bajos valores, es ‘despensa vacía’ y necesitas aplicar fertilizantes o enmiendas.

¿Qué problemas abióticos afectan el acceso a nutrientes aunque estén presentes?

pH extremo que reduce disponibilidad de micronutrientes, compactación que limita penetración radicular, déficit o exceso de agua que afecta absorción, baja temperatura que reduce actividad microbiana y estrés por salinidad que interfiere con transportadores de nutrientes.

¿Por qué un suelo rico en potasio puede causar deficiencia de magnesio?

Ambos compiten por los mismos canales de transporte en la raíz. El exceso de potasio bloquea la entrada de magnesio. La relación K/Mg en el suelo debe mantenerse entre 0.16-0.35 para evitar antagonismos.

Escrito por Javier García, Javier García es un ingeniero agrónomo con más de 25 años de experiencia en la gestión de grandes explotaciones de secano en Castilla y León, especializado en la optimización de cultivos extensivos. Su enfoque se centra en la rentabilidad a largo plazo mediante la combinación de la agricultura de conservación y la tecnología de precisión.