Publicado el mayo 15, 2024

Creer que la sanidad de un cultivo depende solo de los fungicidas es un error costoso; la verdadera protección, resiliente y gratuita, reside en la gestión del ecosistema microbiano del propio suelo.

  • Un microbioma diverso suprime patógenos por exclusión competitiva, creando un sistema inmunitario natural.
  • El laboreo intensivo destruye esta biodiversidad, mientras que la rotación y las cubiertas vegetales la alimentan y fortalecen.

Recomendación: Deja de luchar contra el suelo y empieza a trabajar con él. El primer paso es auditar su estado biológico para despertar al ejército que ya posees.

Como agricultor, conoces la fragilidad de tu sustento. Una plaga inesperada, una sequía prolongada o un brote de enfermedad fúngica pueden poner en jaque el trabajo de todo un año. La respuesta convencional ha sido siempre la misma: más insumos, fungicidas más potentes, fertilizantes más concentrados. Es una carrera armamentística contra la naturaleza que agota el bolsillo y, lo que es peor, el propio suelo que nos alimenta. Dependemos de un arsenal químico que, a menudo, actúa como un parche temporal sobre un problema mucho más profundo: la pérdida del sistema inmunitario natural de nuestra tierra.

La conversación agrícola suele girar en torno a qué añadir al suelo. Pero, ¿y si el enfoque más revolucionario fuera, en realidad, dejar de destruirlo? ¿Y si la clave no estuviera en comprar el próximo producto milagroso, sino en gestionar las condiciones para que un ejército de miles de millones de aliados microscópicos trabaje gratis para ti? Este es el cambio de paradigma que propone la gestión de la biodiversidad microbiana: pasar de ser un «aplicador de insumos» a un «pastor de ecosistemas». No se trata de negar la tecnología, sino de integrarla en un sistema biológicamente robusto y autorregulado.

Este artículo no es una lista más de biofertilizantes. Es una inmersión en la lógica de la vida subterránea. Exploraremos cómo un ecosistema microbiano complejo y estable se convierte en el mejor seguro para tu cosecha. Descubriremos por qué la diversidad es sinónimo de defensa, cómo nuestras prácticas más arraigadas pueden ser el principal enemigo de nuestros aliados invisibles y, lo más importante, cómo podemos empezar a reconstruir esa vitalidad perdida para crear una agricultura verdaderamente resiliente y rentable en el contexto español.

Para navegar por este universo subterráneo, hemos estructurado el contenido de forma que cada sección construya sobre la anterior, desde los principios fundamentales hasta las aplicaciones más prácticas. A continuación, encontrarás el índice que te guiará en este viaje.

La ley de la selva en tu suelo: cómo un ecosistema microbiano diverso mantiene a los patógenos a raya

Imagina una ciudad bulliciosa donde cada nicho, cada recurso y cada espacio está ocupado. Para un invasor, sería casi imposible encontrar un lugar donde establecerse. Esto es exactamente lo que ocurre en un suelo sano. Un ecosistema microbiano diverso funciona bajo el principio de exclusión competitiva: cuando miles de especies de bacterias, hongos y otros microorganismos beneficiosos colonizan el espacio y consumen los recursos disponibles, simplemente no dejan sitio ni comida para los patógenos. Este fenómeno es el pilar del sistema inmunitario del suelo. En lugar de un entorno estéril esperando ser atacado, tienes un ecosistema dinámico que se defiende a sí mismo.

Los microorganismos beneficiosos no solo compiten por el espacio. Muchos de ellos producen metabolitos antifúngicos o antibacterianos que inhiben activamente el crecimiento de patógenos como Fusarium o Pythium. Otros, como los hongos del género Trichoderma, son capaces de parasitar directamente a los hongos patógenos. Al fomentar una alta diversidad, no apuestas por un solo mecanismo de defensa, sino que despliegas un ejército con múltiples estrategias de combate. Cuando un patógeno logra superar una barrera, se encuentra con otra, y otra, y otra. Es la resiliencia en su máxima expresión: la fuerza del colectivo.

Estudio de caso: Control biológico de Tuta absoluta en tomate en España

Una colaboración de diez instituciones europeas, liderada en parte por la Estación Experimental del Zaidín (EEZ-CSIC) en Granada, demostró el poder de este enfoque. Al utilizar bioinoculantes con hongos beneficiosos, lograron una defensa eficaz contra la devastadora polilla del tomate, Tuta absoluta. Los resultados fueron contundentes: se consiguió reducir a menos de la mitad el número de plantas atacadas en comparación con los controles sin tratamiento. Este éxito se logró integrando los bioinoculantes con otras estrategias como trampas de confusión sexual, demostrando que la biología no solo funciona, sino que se potencia con un manejo inteligente.

Por lo tanto, el objetivo no es erradicar a los «malos», una tarea imposible y contraproducente, sino potenciar a los «buenos» hasta el punto en que los patógenos se mantengan en niveles poblacionales que no causen daño económico. Se trata de gestionar un equilibrio, no de buscar la esterilidad.

Dime qué cultivas y te diré qué microbios tienes: la conexión directa entre la rotación y la vida del suelo

Cada planta que crece en tu finca libera a través de sus raíces una serie de compuestos únicos, conocidos como exudados radiculares. Estos azúcares, ácidos orgánicos y aminoácidos no son un desperdicio; son una invitación selectiva. Constituyen una «dieta microbiana» específica que atrae y alimenta a un conjunto particular de microorganismos en la rizosfera (la zona que rodea las raíces). Una leguminosa, por ejemplo, atraerá a bacterias fijadoras de nitrógeno como Rhizobium, mientras que una gramínea puede favorecer a ciertos tipos de hongos micorrícicos. Esto significa que el monocultivo es el equivalente a ofrecer el mismo plato, día tras día, año tras año.

Al repetir el mismo cultivo, estás alimentando constantemente a un grupo reducido de microbios mientras que otros, que podrían ser cruciales para la defensa o la nutrición de futuras plantas, literalmente mueren de hambre. Esto crea un desequilibrio peligroso, un vacío ecológico que los patógenos oportunistas están más que dispuestos a llenar. Por el contrario, la rotación de cultivos y la implementación de cubiertas vegetales diversifican esa dieta microbiana. Introducir plantas de diferentes familias (leguminosas, gramíneas, brasicáceas) es la forma más eficaz de alimentar y mantener una comunidad microbiana amplia y funcional, lista para cualquier desafío.

Vista aérea de parcelas agrícolas mostrando diferentes cultivos en rotación con variadas texturas y colores

Esta práctica, central en la agricultura regenerativa, está ganando terreno rápidamente en España. El número de hectáreas bajo este tipo de manejo ha crecido exponencialmente, pasando de 12,000 ha en 2015 a más de 85,000 ha en 2024, según datos del Ministerio de Agricultura. Ejemplos prácticos ya se ven por todo el país:

  • Andalucía: Olivares gestionados sin labranza y con cubiertas vegetales para mantener la microbiota activa durante todo el año.
  • Castilla-La Mancha: Viñedos que integran cultivos de cobertura entre las hileras para diversificar los microorganismos y mejorar la estructura del suelo.
  • Navarra: Rotaciones de cereal que eliminan herbicidas e integran leguminosas para preservar la biodiversidad microbiana y fijar nitrógeno de forma natural.

La lección es clara: la diversidad sobre el suelo se traduce directamente en diversidad bajo el suelo. Y esa diversidad es tu póliza de seguro.

El terremoto del arado: cómo el laboreo afecta a las diferentes comunidades de la vida subterránea

Durante generaciones, el arado ha sido el símbolo de la agricultura. Sin embargo, desde la perspectiva del microbioma, el laboreo convencional es un evento catastrófico, un verdadero terremoto que devasta la arquitectura subterránea. El suelo no es una simple mezcla de partículas minerales; es una estructura viva, porosa y organizada, construida pacientemente por sus habitantes. Las redes de hifas de los hongos micorrícicos actúan como una malla que une las partículas del suelo, creando agregados estables. Estos agregados son como los edificios de una ciudad microbiana, con diferentes «pisos» que ofrecen condiciones variadas de oxígeno y humedad, albergando a distintas comunidades.

Cuando el arado pasa, pulveriza esta estructura. Rompe las redes de hifas, expone la materia orgánica protegida a una oxidación violenta y altera drásticamente los microhábitats. Es una destrucción masiva que afecta de forma desigual a los habitantes del suelo. Los hongos, con sus delicadas redes extendidas, son los más perjudicados. En cambio, muchas bacterias de crecimiento rápido pueden experimentar un auge temporal al acceder súbitamente a la materia orgánica recién expuesta, pero este auge es desequilibrado y efímero. Es como demoler una ciudad y dejar solo a los equipos de demolición.

Estamos ante uno de los sistemas vivos más importantes del planeta… y uno de los más amenazados por las prácticas agrícolas convencionales.

– Nature, Estudio global publicado en Nature (2024) sobre biodiversidad del suelo

El impacto devastador del laboreo no es una teoría, sino un hecho cuantificado. Estudios del CSIC, por ejemplo, han medido su efecto directo. El siguiente cuadro resume el brutal impacto del laboreo convencional en grupos microbianos clave, basándose en análisis sobre la pérdida de biomasa fúngica y la degradación estructural.

Impacto del laboreo convencional en la vida del suelo
Grupo Microbiano / Estructura Impacto del Laboreo Tiempo de Recuperación Mínimo
Hongos micorrícicos Pérdida de hasta el 70% de biomasa 2-3 años sin laboreo
Bacterias descomponedoras Aumento temporal seguido de desequilibrio 6 meses (para estabilización)
Redes de hifas Destrucción completa de la red 1-2 años para reconstrucción
Agregados del suelo Ruptura y mineralización 1 año mínimo con prácticas regenerativas

La adopción de la siembra directa o el laboreo mínimo no es una moda, es una necesidad biológica. Es el primer paso para detener la destrucción y permitir que la arquitectura subterránea y sus habitantes comiencen el lento proceso de reconstrucción.

Probióticos para tu tierra: cómo los tés de compost pueden reintroducir la vida en un suelo agotado

En suelos que han sido degradados durante años por el laboreo intensivo, la aplicación excesiva de químicos y la falta de rotación, la comunidad microbiana puede estar tan mermada que la simple adopción de la siembra directa no sea suficiente para una recuperación rápida. El «banco de semillas» microbiano está casi vacío. En estos casos, es necesario actuar como un catalizador, reintroduciendo activamente la vida. Aquí es donde los tés de compost, los biofertilizantes y otros bioinoculantes juegan un papel crucial, actuando como verdaderos probióticos para la tierra.

Un té de compost bien elaborado no es un fertilizante en el sentido tradicional. Es un extracto líquido repleto de una diversidad abrumadora de bacterias, hongos, protozoos y nematodos beneficiosos. Al aplicarlo, no estás «fertilizando» la planta, estás «instando» al suelo con una población diversa que puede empezar a colonizarlo y a reiniciar los ciclos biológicos. De manera similar, los biofertilizantes comerciales ofrecen cepas específicas de microorganismos con funciones concretas, una herramienta de precisión para corregir desequilibrios específicos.

Estudio de caso: Implementación de biofertilizantes en la agricultura española

La aplicación de biofertilizantes ya es una realidad exitosa en España para diversas funciones. Se utilizan cepas de Rhizobium para potenciar la fijación simbiótica de nitrógeno en leguminosas, reduciendo la necesidad de fertilizantes nitrogenados. Bacterias de vida libre como Azospirillum y Azotobacter fijan nitrógeno atmosférico directamente en el suelo. Las bacterias solubilizadoras de fosfato (conocidas como PSB) liberan el fósforo bloqueado en el suelo, haciéndolo disponible para las plantas. Finalmente, hongos como Trichoderma no solo controlan enfermedades, sino que también mejoran la absorción de nutrientes, demostrando la multifuncionalidad de estos aliados microscópicos.

Sin embargo, la inoculación es solo el primer paso. Para que esta nueva población prospere, necesita un hogar adecuado y comida. Aplicar un té de compost en un suelo desnudo y compactado es como soltar peces en un charco seco. La clave del éxito es combinar la inoculación con prácticas regenerativas.

Plan de acción para reactivar tu suelo

  1. Cobertura permanente: Mantén el suelo siempre cubierto con plantas vivas (cultivos de cobertura) o un manto de materia orgánica (mulching) para protegerlo y alimentarlo.
  2. Mínima alteración: Adopta técnicas de siembra directa o laboreo vertical para no romper la frágil arquitectura del suelo que se está reconstruyendo.
  3. Alimento constante: Utiliza los exudados de las raíces de los cultivos de cobertura como una fuente continua de carbono para la microbiología que has introducido.
  4. Bioestimulación inteligente: Aplica ácidos húmicos y melazas en dosis muy bajas y controladas para dar un impulso inicial a la actividad biológica sin crear desequilibrios.
  5. Auditoría biológica: Realiza un análisis microbiológico del suelo (cromatografía, PLFA) al inicio y periódicamente para medir el progreso y ajustar tu estrategia.

Somos lo que nuestro suelo come: la sorprendente conexión entre los microbios del suelo y la calidad de tus alimentos

La salud del suelo no solo determina la productividad de una cosecha, sino también su calidad nutricional. A menudo pensamos en las plantas como entidades que simplemente absorben nutrientes inertes del suelo, pero la realidad es mucho más compleja y fascinante. La mayoría de los nutrientes en el suelo no están en una forma directamente asimilable por las raíces. Están bloqueados en la materia orgánica o en compuestos minerales. Son los microorganismos los que actúan como un sistema digestivo externo para la planta.

Las bacterias y los hongos descomponen la materia orgánica, liberando nitrógeno, fósforo, azufre y otros elementos esenciales. Los hongos micorrícicos extienden el alcance de las raíces de la planta por un factor de cientos, o incluso miles, permitiéndole acceder a agua y nutrientes que de otro modo serían inalcanzables, como el fósforo. Además, ciertos microbios producen fitohormonas que estimulan el crecimiento de la planta y mejoran su capacidad para hacer frente al estrés. Un suelo biológicamente pobre obliga a la planta a depender exclusivamente de los fertilizantes «predigeridos» que le aportamos, resultando en un alimento menos complejo y nutricionalmente inferior.

Esta conexión es tan fundamental que define la base de toda nuestra cadena alimentaria. No es una exageración decir que nuestra propia salud depende de la salud de estos billones de seres invisibles. Según datos de la FAO, el 95% de los alimentos que consumimos provienen directa o indirectamente del suelo. Un suelo vivo y sano no solo produce más, sino que produce mejor. Los alimentos cultivados en sistemas regenerativos a menudo presentan mayores concentraciones de vitaminas, minerales y compuestos antioxidantes. Esto no es magia, es biología: una planta bien nutrida por un ecosistema funcional puede expresar todo su potencial genético y sintetizar la gama completa de compuestos que la hacen nutritiva y sabrosa.

Al cuidar la dieta microbiana de tu suelo, no solo estás invirtiendo en la resiliencia de tu finca, sino que estás elevando la calidad del producto final que ofreces. Estás produciendo alimentos con mayor densidad nutricional, mejor sabor y mayor vida útil, un valor añadido cada vez más apreciado por los consumidores conscientes.

Los superhéroes de tu suelo: conoce a la pandilla de microorganismos que nutre y protege tus cultivos

El «microbioma del suelo» puede sonar abstracto, pero está compuesto por una increíble pandilla de especialistas con superpoderes muy concretos. La escala de esta vida es asombrosa; según análisis de especialistas como Tecnal, en un solo gramo de suelo fértil pueden coexistir mil millones de bacterias, un millón de actinobacterias y cien mil hongos. Conocer a los grupos clave y sus funciones te permitirá gestionar tu suelo de una forma mucho más precisa y efectiva.

Ilustración simbólica de microorganismos como superhéroes protegiendo las raíces de las plantas

Estos son algunos de los superhéroes más importantes que ya trabajan, o podrían trabajar, en tu finca en España:

  • Las fijadoras de nitrógeno (Rhizobium, Azotobacter): Estas bacterias son las únicas capaces de capturar el nitrógeno del aire (que compone el 78% de la atmósfera) y convertirlo en una forma que las plantas pueden usar. Las del género Rhizobium forman nódulos en las raíces de las leguminosas en una relación simbiótica perfecta, mientras que otras como Azotobacter viven libremente en el suelo. Son tu propia fábrica de fertilizante nitrogenado, gratuita y sostenible.
  • Las solubilizadoras de fósforo (Bacillus, Pseudomonas): Gran parte del fósforo del suelo, ya sea de origen natural o de fertilizantes aplicados, está en una forma insoluble, no disponible para las plantas. Estas bacterias producen ácidos orgánicos que «disuelven» ese fósforo, poniéndolo a disposición de las raíces. Son la clave para mejorar la eficiencia de la fertilización fosfatada y desbloquear las reservas de tu suelo.
  • Los arquitectos y transportistas (Hongos micorrícicos): Estos hongos forman una alianza ancestral con el 90% de las plantas. Crean una vasta red de filamentos (hifas) que se extienden mucho más allá de las raíces, explorando un volumen de suelo inmenso. A cambio de azúcares de la planta, le suministran agua, fósforo y otros nutrientes. Además, sus redes son el pegamento que crea la estructura del suelo.
  • Los guardaespaldas (Trichoderma, Pseudomonas fluorescens): Este grupo heterogéneo se especializa en la defensa. Algunos, como Trichoderma, son depredadores directos de hongos patógenos. Otros, como ciertas cepas de Pseudomonas, producen compuestos antibióticos o inducen una respuesta de defensa sistémica en la planta, preparándola para futuros ataques. Son tu primera línea de defensa biológica.

Fomentar estos grupos a través de tus prácticas agrícolas es la estrategia más inteligente. En lugar de aplicar un fungicida que puede dañar indiscriminadamente a buenos y malos, estás cultivando a los protectores naturales de tu cosecha.

Alimenta a tus defensores: la importancia de las presas alternativas para mantener un ejército de depredadores en tu finca

La resiliencia de una finca no termina en el microbioma del suelo; es un sistema interconectado. La salud del suelo es la base que sostiene una red de vida mucho más amplia, incluyendo a los insectos beneficiosos que son cruciales para el control biológico de plagas. Mariquitas, crisopas, sírfidos y arañas son depredadores voraces de pulgones, ácaros y otras plagas. Sin embargo, para que este ejército de defensores permanezca en tu finca y esté listo para actuar cuando aparezca una plaga, necesita una cosa: comida constante.

Si tu finca es un monocultivo «limpio» de cualquier otra vegetación, los depredadores solo aparecerán cuando la población de la plaga ya sea alta. Y cuando la plaga desaparezca, ellos también se irán en busca de alimento. La clave para mantener un ejército permanente es proporcionarles presas y recursos alternativos. Aquí es donde entran en juego los setos, las bandas florales y los cultivos de cobertura. Estas áreas de biodiversidad actúan como un hotel y restaurante para los insectos beneficiosos.

Las flores proporcionan néctar y polen, un alimento vital para muchos depredadores en su fase adulta. Además, estas plantas refugio albergan poblaciones de insectos herbívoros «neutros» (que no atacan a tu cultivo principal), sirviendo como una fuente de alimento constante para los depredadores. De esta forma, cuando aparece la plaga en tu cultivo, ya tienes una población robusta y bien alimentada de enemigos naturales lista para controlarla desde el primer momento, evitando que alcance el umbral de daño económico. Es un enfoque proactivo, no reactivo.

Caso de éxito: Aumento de la biodiversidad funcional en España

Fincas españolas que han adoptado la agricultura regenerativa, integrando setos y cubiertas, han visto resultados espectaculares. Ensayos coordinados por la Universidad de Córdoba han demostrado que la diversidad de cultivos y setos refugio puede incrementar las poblaciones de polinizadores en un 40%, reduciendo la dependencia de colmenas itinerantes. Además, se ha medido que los suelos vivos y bien estructurados bajo estas prácticas retuvieron un 25% más de agua tras episodios de lluvia torrencial, demostrando una mayor resiliencia sistémica tanto por encima como por debajo del suelo.

Alimentar a tus defensores es una inversión directa en la estabilidad de tu producción. Estás creando un ecosistema equilibrado que se regula a sí mismo, reduciendo drásticamente la necesidad de intervenciones con insecticidas.

Lo esencial para recordar

  • La diversidad microbiana no es un extra, es el sistema inmunitario fundamental de su explotación.
  • El laboreo es el principal factor de destrucción de la vida del suelo; la siembra directa y las cubiertas son las herramientas de reconstrucción.
  • La calidad y nutrición de sus alimentos finales dependen directamente de la salud y actividad del microbioma del suelo.

El universo bajo tus pies: cómo despertar y alimentar al ejército de microbios que trabaja gratis para ti

Hemos viajado a través del ecosistema invisible del suelo, entendiendo su lógica y conociendo a sus protagonistas. La conclusión es inspiradora: posees un activo de un valor incalculable justo debajo de tus pies. Despertar y gestionar este ejército de microbios no es una fantasía, es la próxima revolución agrícola. Es pasar de un modelo de dependencia de insumos a un modelo de gestión del conocimiento biológico. Sin embargo, surge una pregunta fundamental: ¿cómo sé cuál es el estado de mi suelo? ¿Cómo mido los progresos?

En los últimos 40 años, hemos perdido un tercio del suelo cultivable mundial debido a prácticas agrícolas insostenibles.

– Adrián Ferrero, CEO de Biome Makers, líder mundial en análisis de salud del suelo

Afortunadamente, la ciencia ha desarrollado herramientas cada vez más accesibles para auditar la vida del suelo. Ya no estamos a ciegas. Desde métodos sencillos que puedes realizar en la propia finca hasta análisis genéticos de alta tecnología, hoy es posible obtener un diagnóstico preciso de la salud de tu microbioma. En España, centros de investigación como el CEBAS-CSIC y laboratorios privados ofrecen una gama de servicios para guiar a los agricultores.

Elegir el método de análisis adecuado depende de tus objetivos y presupuesto. Aquí tienes una comparativa de las principales opciones disponibles, basada en la información proporcionada por centros como el CEBAS-CSIC.

Métodos de análisis de la salud del suelo disponibles en España
Método de Análisis Qué Mide Complejidad Disponibilidad
Cromatografía de suelos Estado general de la materia orgánica y actividad biológica Baja (interpretable visualmente) Amplia (kits y talleres)
Análisis PLFA Biomasa microbiana viva (bacterias, hongos) Media Laboratorios especializados (ej. CEBAS-CSIC)
Metabarcoding (NGS) Diversidad y composición de comunidades de bacterias y hongos Alta Centros de investigación y laboratorios avanzados
Secuenciación completa Genoma completo del microbioma (potencial funcional) Muy alta Solo en investigación avanzada

El camino hacia una agricultura basada en la biología del suelo es un proceso de aprendizaje y adaptación. Comienza con un cambio de mentalidad: ver el suelo no como un soporte inerte, sino como tu principal socio de producción. El primer paso es dejar de dañarlo. El segundo, empezar a alimentarlo con diversidad. Y el tercero, medir para gestionar. Al hacerlo, no solo estarás asegurando tus cosechas futuras, sino que te convertirás en un guardián de uno de los ecosistemas más vitales y amenazados de nuestro planeta.

Para poner en práctica todo lo aprendido, es crucial recordar los principios fundamentales que rigen el universo bajo tus pies y cómo gestionarlo.

La transición hacia una agricultura regenerativa es un viaje. El primer paso es obtener un diagnóstico claro de tu punto de partida. Evalúa hoy mismo las opciones de análisis de suelo y empieza a tomar decisiones basadas en datos biológicos para despertar todo el potencial de tu finca.

Preguntas frecuentes sobre la diversidad microbiana del suelo

¿Cuánto tiempo se tarda en recuperar la salud de un suelo degradado?

El tiempo de recuperación varía mucho según el nivel de degradación y las prácticas implementadas. La destrucción de la estructura por el arado puede tardar de 1 a 3 años en empezar a revertirse con siembra directa. La reconstrucción de una comunidad fúngica compleja puede llevar incluso más tiempo. Sin embargo, se pueden observar mejoras en la actividad biológica y la infiltración de agua en los primeros 6 a 12 meses de aplicar cultivos de cobertura y eliminar el laboreo.

¿Son los biofertilizantes un sustituto directo de los fertilizantes químicos?

No exactamente. Los biofertilizantes no «contienen» nutrientes de la misma manera que un fertilizante NPK. En su lugar, contienen microorganismos que ayudan a la planta a acceder a los nutrientes que ya están en el suelo (como las bacterias que solubilizan fósforo) o a capturarlos de la atmósfera (como las fijadoras de nitrógeno). Funcionan mejor como parte de una estrategia integral que también incluye el aporte de materia orgánica y la mejora de la estructura del suelo. Son optimizadores de la eficiencia, no simples sustitutos.

¿Cómo puedo saber si mi suelo está vivo sin un análisis de laboratorio caro?

Existen indicadores visuales y físicos muy útiles. Un suelo vivo tiene un color oscuro y rico, un olor a «tierra de bosque» (geosmina), y una estructura agregada y grumosa que se deshace fácilmente en las manos. La presencia abundante de lombrices es una excelente señal. También puedes hacer una prueba de infiltración: excava un cilindro y llénalo de agua. Un suelo sano debería absorber el agua rápidamente. Si el agua se estanca, es un signo de compactación y falta de vida.

Escrito por David Ruiz, David Ruiz es un biólogo y agricultor con 15 años de experiencia en la transición de fincas convencionales a modelos agroecológicos en Navarra y el País Vasco. Su especialidad es el diseño de agrosistemas biodiversos y la regeneración de la salud del suelo.